martes, 15 de diciembre de 2009

¿Sátira social?




Claudia Paola Beltrán García



La sátira es un genero literario en el que entran en juego la ironía, el sarcasmo, lo absurdo, la critica; la caricatura política y la sátira están ligadas y yuxtapuestas entre si, el autor pone de manifiesto aquellas cosas de la sociedad que no aprueba pero siempre con un toque de humor. Las caricaturas políticas ya no son únicamente dibujos e impresiones, actualmente se han hecho animaciones es decir, programas televisivos que tienen como base de su existencia la crítica en forma de sátira. Un ejemplo actual de estos programas es la serie: SOUTH PARK.




El contexto social ha cambiado mucho del siglo XIX a la actualidad al igual que las tecnologías y las formas de expresión. La caricatura que estamos refiriendo fue realizada con la finalidad de exponer una critica concreta y sin censura, ese es su propósito, y su originalidad radica en la libertad de expresión que se les ha concedido a los creadores para expresar lo que deseen, claro, siempre y cuando cumplan con las condiciones mercantiles y de difusión que las televisoras les piden, puesto que ahora todo se mide en valor económico.
La caricatura política del siglo XIX es en esencia igual a la actual, cada una busca la expresión, y, de alguna forma la libertad, la democracia, la justicia; la imagen el diseño, la forma han evolucionado igual que el mundo y se han adecuado a los tiempos modernos, pero el ideal que ha hecho perdurar esta sátira social sigue, sin duda, intacto.

La caricatura como forma de expresión


Claudia Paola Beltrán García
¡Quino existe,
y Mafalda es su profeta!
Fernando, el sendra, Toda Mafalda

La caricatura ha existido desde el siglo XVI aproximadamente y a lo largo del tiempo se ha ido transformando y adaptando a las condiciones sociales y contextuales que la rodean. La caricatura política específicamente ha sido desde siempre una forma de expresión para sus creadores, quienes se percataron de que el impacto visual e ideológico que tenían sus creaciones era el vehículo que se había estado esperando para poder lanzar criticas sin ser censurados o reprimidos.
Esta forma de expresión tuvo su auge en México en el siglo XIX principalmente, la idea original surgió en Europa y poco a poco fue llegando a nuestro país, al igual que muchas otras cosas europeas que fueron copiadas puesto que en México faltaban ideas propias y los gobiernos no llegaban a su fin ni obtenían realización, lo único que se hacía era copiar los modelos políticos de los países desarrollados, técnica que resultó en verdad poco eficaz. Aparecer en el momento en el que México atravesaba una época de cambios políticos y de reajuste social post-guerra, hizo que la caricatura fuera acogida de forma muy positiva y que se propagara rápidamente.
El genero fue creciendo y los personajes creados llegaron a cobrar vida propia, los creadores eran solo el medio que les daba vida a estos dibujos que por si solos hablaban del sentimiento popular y nacional que imperaba en ese momento en cuanto a los asuntos políticos; la característica principal de la caricatura era y sigue siendo resaltar aquellos rasgos buenos o malos de la persona a quien se esta refiriendo y poder entonces hacer más visible lo que se quiere decir sin utilizar palabras que puedan llegar a ofender.

La caricatura: historia y definiciones

Dr. Carlos Abreu *

La caricatura es, junto con el dibujo realista, la modalidad de imagen periodística más antigua que se conoce. La definición aristotélica dice que "representa a los hombres peores de lo que son" (Quirós Corradi, en Torres, 1982: presentación).
El vocablo deriva de "caricare" que significa cargar, acentuar o exagerar los rasgos (Gubern, 1987: 215) y, según algunos autores, fue acuñado por Aníbal Caracci hacia finales del siglo XVI. Con el término, caracci designaba a los trabajos que él y otros artistas hacían entonces en Bolonia (Torres, 1982: 18).
Un siglo más tarde, la caricatura se definía como un método de hacer retratos que tenía como propósito lograr el máximo parecido del conjunto de una fisonomía, "pero cambiando todos los elementos componentes" (Gombrich, 1987: 99).
Pero mucho antes de estos primeros intentos por definir esta forma expresiva ya habían sido empleadas imágenes con rasgos de caricatura. Por ejemplo, se ha dicho que en la antigüedad se llegaron a utilizar representaciones gráficas caricaturescas en pinturas, dibujos y esculturas.
Podríamos remontar el curso del tiempo hasta los papiros egipcios, las ánforas griegas o los frescos de Pompeya, y recordar algunas gárgolas, estatuas o autorrelieves de iglesias y catedrales medioevales... (Pérez Vila, 1979: 5)
También se presume que algunos dibujos precolombinos podrían tener características de la caricatura. Algo similar se ha encontrado en Japón, con muestras que datan del siglo IX. (Martínez de Sousa, 1992: 73-74). De manera que muchas figuras de la Antigüedad y de la Edad Media deben considerarse representaciones caricaturescas, aunque el propósito de sus autores no haya sido humorístico o satírico.
De hecho, dentro de ellas algunos especialistas incluyen, por ejemplo, la reproducción de dioses con cabezas de animal tales como Isis (Gato), Horus, (Gavilán), Set (Asno), y Sekhet (Leona), en el Antiguo Egipto.
Mientras, en la Edad Media se mencionan, entre otras, además de las gárgolas de algunas catedrales, la cabeza que empleó fray Angélico para representar en la Academia de Florencia al evangelista San Juan (Tamayo,1988: 8).De otro lado, es sabido que el primer cuerpo de caricaturas políticas impresas, cuyo contenido desconocemos, apareció en panfletos en Florencia, durante la última década del siglo XV (Ivins, 1975: 62).
Respecto del Renacimiento, algunos especialistas ven en diversos trabajos de Leonardo da Vinci antecedentes de la caricatura debido a lo grotescos y deformes que resultaban algunos de sus dibujos de seres humanos (Feaver, 1981: 23).
En cuanto a los periódicos, pocos años después de que Carracci propusiera su definición, el Nieuwe Tijdinghen, en Amberes, publicó una caricatura en la que se observa a un pastor protestante haciendo propaganda político-religiosa mientras el demonio le insufla ideas con un fuelle (Martín Aguado, 1978: 155).
A mediados del siglo XVIII, concretamente en mayo de 1754, Benjamín Franklin difundió en la Pensylvania Gazette la imagen de una culebra dividida en ocho partes, cada una de las cuales llevaba las iniciales de una de las colonias, formando la leyenda "Unión o muerte".
Con esta imagen se buscaba organizar las colonias norteamericanas contra los indios y los franceses (Varios, 1976: 12). En lugar de una caricatura, algunos especialistas ven en este trabajo un antecedente de la infografía (Horn y Monmonier en Serra, sin data: s.n).
Por esa misma época, exactamente en 1786, y raíz de un juicio de "residencia" contra el gobernador de Caracas, Manuel González Torres de Navarra, alguien -no se sabe quién- añadió al expediente una caricatura "muy infantil, pero reveladora del desprecio del autor hacia el funcionario en cuestión" (Esteva-Grillet, 1992: 13).
La revolución francesa y, posteriormente, el imperio napoleónico, impulsaron las caricaturas, en especial las de tinte político. Empero, también a las de intención satírico-moralizante como la serie "Le Marriage a la moda", del británico William Hogarth, y "Los caprichos" de Goya.
Aún así, al igual que en Norteamérica, las caricaturas raramente eran publicadas en los periódicos franceses, ingleses y rusos sino que se vendían como pan caliente en Londres, París, Moscú, y otras ciudades europeas, grabadas en hojas sueltas, en ocasiones coloreadas a mano (Pérez Vila, 1979: 7-8).
El siglo XIX traería la consolidación del género, especialmente en Europa, gracias al desarrollo de la xilografía y la litografía, y a las convulsiones políticas que sacudían algunas naciones del llamado viejo continente. Como veremos, la temática política ha sido tradicionalmente caldo de cultivo para la caricatura.
La difusión de la educación básica en Europa y los Estados Unidos desde 1870 en adelante, aunado al sufragio para hombres adultos crearon un terreno fértil para el desarrollo de la caricatura política (Feaver, 1981: 95).
Entre las publicaciones que, por esos años, hicieron de esta forma expresiva un hábito, se pueden citar, entre muchas otras, El Figaro in London, La Caricature politique, moral et littéraire -inspiración de la mayoría-, Punch, y Le Charivari.
* Carlos Abreu es doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna. Profesor titular de la Universidad Central de Venezuela. Este texto se publicó en Revista Latina de Comunicación Social, número 38, de febrero de 2001, La Laguna (Tenerife), y se reproduce con la autorización expresa de su editor, José manuel de Pablos.

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