Dr. Carlos Abreu *
La caricatura es, junto con el dibujo realista, la modalidad de imagen periodística más antigua que se conoce. La definición aristotélica dice que "representa a los hombres peores de lo que son" (Quirós Corradi, en Torres, 1982: presentación).
El vocablo deriva de "caricare" que significa cargar, acentuar o exagerar los rasgos (Gubern, 1987: 215) y, según algunos autores, fue acuñado por Aníbal Caracci hacia finales del siglo XVI. Con el término, caracci designaba a los trabajos que él y otros artistas hacían entonces en Bolonia (Torres, 1982: 18).
Un siglo más tarde, la caricatura se definía como un método de hacer retratos que tenía como propósito lograr el máximo parecido del conjunto de una fisonomía, "pero cambiando todos los elementos componentes" (Gombrich, 1987: 99).
Pero mucho antes de estos primeros intentos por definir esta forma expresiva ya habían sido empleadas imágenes con rasgos de caricatura. Por ejemplo, se ha dicho que en la antigüedad se llegaron a utilizar representaciones gráficas caricaturescas en pinturas, dibujos y esculturas.
Podríamos remontar el curso del tiempo hasta los papiros egipcios, las ánforas griegas o los frescos de Pompeya, y recordar algunas gárgolas, estatuas o autorrelieves de iglesias y catedrales medioevales... (Pérez Vila, 1979: 5)
También se presume que algunos dibujos precolombinos podrían tener características de la caricatura. Algo similar se ha encontrado en Japón, con muestras que datan del siglo IX. (Martínez de Sousa, 1992: 73-74). De manera que muchas figuras de la Antigüedad y de la Edad Media deben considerarse representaciones caricaturescas, aunque el propósito de sus autores no haya sido humorístico o satírico.
De hecho, dentro de ellas algunos especialistas incluyen, por ejemplo, la reproducción de dioses con cabezas de animal tales como Isis (Gato), Horus, (Gavilán), Set (Asno), y Sekhet (Leona), en el Antiguo Egipto.
Mientras, en la Edad Media se mencionan, entre otras, además de las gárgolas de algunas catedrales, la cabeza que empleó fray Angélico para representar en la Academia de Florencia al evangelista San Juan (Tamayo,1988: 8).De otro lado, es sabido que el primer cuerpo de caricaturas políticas impresas, cuyo contenido desconocemos, apareció en panfletos en Florencia, durante la última década del siglo XV (Ivins, 1975: 62).
Respecto del Renacimiento, algunos especialistas ven en diversos trabajos de Leonardo da Vinci antecedentes de la caricatura debido a lo grotescos y deformes que resultaban algunos de sus dibujos de seres humanos (Feaver, 1981: 23).
En cuanto a los periódicos, pocos años después de que Carracci propusiera su definición, el Nieuwe Tijdinghen, en Amberes, publicó una caricatura en la que se observa a un pastor protestante haciendo propaganda político-religiosa mientras el demonio le insufla ideas con un fuelle (Martín Aguado, 1978: 155).
A mediados del siglo XVIII, concretamente en mayo de 1754, Benjamín Franklin difundió en la Pensylvania Gazette la imagen de una culebra dividida en ocho partes, cada una de las cuales llevaba las iniciales de una de las colonias, formando la leyenda "Unión o muerte".
Con esta imagen se buscaba organizar las colonias norteamericanas contra los indios y los franceses (Varios, 1976: 12). En lugar de una caricatura, algunos especialistas ven en este trabajo un antecedente de la infografía (Horn y Monmonier en Serra, sin data: s.n).
Por esa misma época, exactamente en 1786, y raíz de un juicio de "residencia" contra el gobernador de Caracas, Manuel González Torres de Navarra, alguien -no se sabe quién- añadió al expediente una caricatura "muy infantil, pero reveladora del desprecio del autor hacia el funcionario en cuestión" (Esteva-Grillet, 1992: 13).
La revolución francesa y, posteriormente, el imperio napoleónico, impulsaron las caricaturas, en especial las de tinte político. Empero, también a las de intención satírico-moralizante como la serie "Le Marriage a la moda", del británico William Hogarth, y "Los caprichos" de Goya.
Aún así, al igual que en Norteamérica, las caricaturas raramente eran publicadas en los periódicos franceses, ingleses y rusos sino que se vendían como pan caliente en Londres, París, Moscú, y otras ciudades europeas, grabadas en hojas sueltas, en ocasiones coloreadas a mano (Pérez Vila, 1979: 7-8).
El siglo XIX traería la consolidación del género, especialmente en Europa, gracias al desarrollo de la xilografía y la litografía, y a las convulsiones políticas que sacudían algunas naciones del llamado viejo continente. Como veremos, la temática política ha sido tradicionalmente caldo de cultivo para la caricatura.
La difusión de la educación básica en Europa y los Estados Unidos desde 1870 en adelante, aunado al sufragio para hombres adultos crearon un terreno fértil para el desarrollo de la caricatura política (Feaver, 1981: 95).
Entre las publicaciones que, por esos años, hicieron de esta forma expresiva un hábito, se pueden citar, entre muchas otras, El Figaro in London, La Caricature politique, moral et littéraire -inspiración de la mayoría-, Punch, y Le Charivari.
* Carlos Abreu es doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna. Profesor titular de la Universidad Central de Venezuela. Este texto se publicó en Revista Latina de Comunicación Social, número 38, de febrero de 2001, La Laguna (Tenerife), y se reproduce con la autorización expresa de su editor, José manuel de Pablos.